Madrid, 1950. Cuando Lola, de 29 años, llega a Madrid para desalojar el piso de su tío muerto, no tiene ni idea de lo que está a punto de descubrir. Han pasado más de 20 años desde la última vez que supo de ese tío irascible, Manolo, con el que había pasado un verano de niña. Recuerda a su adorable perra Paquita, pero también su extraño comportamiento. Era sólo una niña que quería divertirse y descubrir la gran ciudad. Pero las cosas se desarrollaron de forma diferente de lo esperado y vio cosas que una niña no debería haber visto.